El fundador de la fábrica Macrocar era un tipo con una especie de sexto sentido para los buenos negocios.
La producción de la fábrica empezó con vehículos utilitarios de bajo costo y, gracias a los primeros y rotundos éxitos, la empresa empezó a crecer rápidamente.
Un día sacaron al mercado un modelo que bautizaron “M-braux +”.
No era un buen auto, pero le habían preparado un gran canal de distribución: en cualquier lugar del mundo, sin importar cúan pequeño y alejado, se podía conseguir un “Mbr+”.
A pesar de que, en general, antes del año de uso, las unidades del Macrocar M-braux + ya presentaban decenas de problemas, la facilidad en conseguir repuestos (tan malos como las piezas originales) rápidamente hizo del Mbr+, el auto más vendido del año en varios países.
Como consecuencia del aumento de ventas y las consiguientes ganancias, Macrocar hizo una gran inversión en marketing y publicidad. Una agresiva campaña a nivel mundial hizo que los Mbr+ se empezaran a percibir como la mejor opción de transporte, como la solución más “tecnológica” y, sobretodo, como una marca de vanguardia a la que se debía estar asociado.
Así fue que, a pesar de la existencia de mejores vehículos de otros fabricantes, los empresarios de taxímetros empezaron a comprar los Mbr+, luego las empresas de emergencias médicas también adquirieron los Mbr+ equipados como ambulancias. Aún más, los gobiernos de los países subdesarrollados hicieron grandes compras para modernizar sus flotas oficiales.
Cuando la porción del mercado conquistado ya era tal que con mantener las ventas no era suficiente para sostener la monstruosa estructura de la empresa a nivel mundial, hicieron algunas compras estratégicas:
- Compraron algunas industrias químicas y éstas desarrollaron un combustible (también a base de petróleo) exclusivo para sus vehículos, que llamaron “La Mejor Nafta”. La distribuyeron por todo el mundo y, al principio, lo vendieron más barato que el combustible convencional. Las versiones siguientes del Mbr+ ya no funcionaban con combustible estandar, sólo aceptraban “La Mejor Nafta”.
- Luego, hicieron lo mismo con los neumáticos: compraron empresas en Sudamérica y Asia y, desde allí, saturaron el mercado con los novedosos “Newmáticows” que sólo servían para los Mbr+.
- Además, contrataron varios bufetes de abogados en diversos lugares del mundo para que los defendieran, casi siempre con éxito, de innumerables demandas de las que eran objeto (demandas por publicidad engañosa, por productos defectuosos, por monopolio, etc).
Todos estos son algunos ejemplos de los hechos que hicieron de esta empresa, una de las más importantes del mundo, pero lo que, sin dudas, le permitió perdurar fue que, al principio algunas, y luego casi todas, las academias de choferes dejaron de enseñar a conducir, para enseñar a manejar los M-braux + (conocidos, en una rara mezcla de inglés, francés y español, como “embromás”).
Inclusive antes de que Macrocar decidiera regalar unidades a las academias, éstas ya habían decidido dejar de formar choferes, para formar manejadores de Mbr+, porque, según decían, “a la gente hay que enseñarle a manejar lo que usa”.
A los egresados de estas academias que enseñan a manejar el Mbr+, se les llama “embromados”.
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