miércoles, 22 de diciembre de 2010

De Alejandro Dolina sobre la violencia en el fútbol

En Venganzas del pasado encontré una charla de Alejandro Dolina sobre la violencia en el fútbol. Aunque la reflexión es de 1998, me pareció un aporte interesante a una posible discusión sobre el tema. Así que la desgrabé y aquí la transcribo (hay que tener presente que esta opinión es de hace más de 12 años):




Hay muchas campañas en contra de la violencia que mucho resultado parece que no dan. A lo mejor, porque me parece que no se trata de un tema de propaganda. Lo mismo que las campañas en contra del sida. Se gasta mucho dinero en eso. Y algo extraño sucede: no se mejora en ese aspecto. Se mejora, quizás, en otros; pero no en esos. Es decir, que la propaganda, no sirve. Pero no porque esté mal hecha, sino porque hay asuntos que no se pueden resolver haciendo propaganda. Y es curioso que no se intenten algunos otros caminos. Le voy a explicar qué es lo que me parece curioso:



Se le pide a la gente que no sea violenta. Es decir, que no odie a los que no son de su cuadro (de eso se trata: la violencia proviene de eso, no proviene de otra cosa. Proviene de un odio cerril, irracional,... todo lo que usted quiera, pero ahorrémonos los calificativos que no corresponden en esta descripción).
Si realmente las personas que son hinchas de Boca no odiaran a las que son hinchas de sus rivales, pues no les tirarían piedras, ni tiros, ni nada. O sea que existe un odio. Bueno, se me va a decir que ese odio es hijo de la competencia. Yo le diré que no sé si es hijo de la competencia. En otras disciplinas también hay competencia y sin embargo no existe ese odio, o existe menos.
Y aquí viene lo que me llama la atención: yo creo que -y perdón por lo que voy a decir- ese odio es fomentado y nadie lo dice. Pero ¡es tan evidente que es fomentado! ¡Es tan evidente que ese odio produce mucho dinero! Un dinero que no se produciría si el odio no existiese. Justamente aquellos deportes donde no hay odio, son deportes más bien pobres, o que generan poco dinero, o que son amater.
¿Por qué digo que se fomenta el odio? No digo que en la radio o TV digan "ud. que es de Boca, téngale bronca al que es de River". No, dicen en general todo lo contrario. Pero, me parece que hay un evidente doble mensaje. Por el otro lado se exagera la emoción y la importancia que tiene cada acontecimiento deportivo: cuando vos decís "Unión se juega la vida" cuando se está jugando la permanencia en Primera. Es eso, no más, lo que se está jugando.
Yo ya he escrito mucho acerca de eso: hay una interrupción de la incredulidad, sin cuyo auxilio no nos podríamos divertir; si no nos hacemos un poco de mala sangre, no podemos divertirnos. O sea que no hay que sacarle al fútbol el dramatismo que tiene. Es como ir al cine y que a cada rato te estén diciendo que no nos hagamos mala sangre porque, después de todo, Errol Flynn no había muerto cuando veíamos la película o, cuando vamos al teatro, que el actor no es un criminal, sino que se va a ir después a tomar un café a la esquina, justamente, con su víctima, etc. Claro, eso es malo, que te lo estén diciendo mientras lo ves.
Pero, al margen de la necesaria dramaticidad que tiene que tener cualquier juego, yo creo que cuando un tipo grita durante 45 segundos un gol de Platense es porque está deseando que nos emocionemos con ese gol. Está deseando postular que ese gol tiene alguna importancia para alguien. Si los goles son tan importantes como para que un tipo por la radio grite durante 45 segundos como un descosido; si son tan importantes como para repetirlos mil y una vez por televisión; si, además, se glosan con todo un arsenal de cuestiones y si, además, alrededor de eso se teje una especie de estructura poética y se dice que ser hincha de un equipo es un sentimiento y que es algo sagrado; si los símbolos de esos equipos tienen también algo sagrado...
Lo cual me llama la atención, porque muchas de las personas que sostienen eso después son, cuando se habla de nacionalismo, totalmente contraria (yo también lo soy) a la superstición de los símbolos.
Si sucede todo eso, si se instala también un espíritu crítico, tremendista, con respecto a la actuación de los jueces, etc. es muy difícil que después no sucedan cosas más o menos violentas. Usted le está diciendo a la gente que eso tiene mucha importancia, muchísima. Lo está elevando a la categoría de cuestión nacional y después le pide que no le tiren un ladrillazo al réferi. Me parece que es un doble mensaje. ¿Que se puede hacer ante eso? Nada.
Pero no caer en la inocencia de que esto lo vas a curar poniendo vigilantes a la salida del estadio. Sí, ponelos; si querés, ponelos. Pero no es ése el asunto. El asunto es que si vos hacés del fútbol una cuestión nacional, cósmica, de orgullo, decisiva, de honor; y... ¡se va a armar! En cuanto estalle un conflicto, tendrá la envergadura que le das a la cuestión: si las cuestiones son vitales, los conflictos van a ser vitales; si las cuestiones son baladíes, los conflictos van a ser baladíes. Nadie se mata por un partido de bolita. Pero por un partido de fútbol, sí se matan.
Pero además, lamento tener que decirlo, es necesario todo eso. Porque sino se venderían mucho menos revistas y toda la industria que está montada alrededor del fútbol se resentiría muchísimo, si no existiera ese encono. La violencia es el precio que hay que pagar por la devoción. Y la devoción es rentable. Si a las personas les importara el fútbol como me importa a mí -por ejemplo- mañana se fundirían muchísimas empresas que deben su subsistencia al fútbol. ¡Claro que yo no le tiro una piedra a ningún réferi! Pero porque a mí el fútbol me importa nada. Lo digo desde adentro. ¿Y saben por qué? Porque me harté de que la gente se muriera por esa pamplina. Ser de Boca no es un sentimiento, ser de Boca es una diversión. No soy más amigo de nadie por ser hincha de Boca, no me importa y no se lo pregunto a nadie. Detesto que la gente me diga: "Dolina, ¡aguante Boca!".
Yo soy Dolina, no soy un hincha de Boca. Soy el "Negro", soy Alejandro, el que vos quieras, y si me preguntás quién soy yo, te lo puedo decir y de ningún modo te voy a decir que soy un hincha de Boca.
Cuando, en el momento que estoy viendo el partido, deseo que Boca gane y grito los goles.
Yo no pretendo que la gente sea como yo. Es otra realidad.
Pero entonces no cometamos, digo yo, la hipocresía de mostrarnos preocupados por la violencia del fútbol. Muchachos, ¡cómo no va a haber violencia! Es evidente que tiene que haber violencia. No me hablés de "tensiones acumuladas durante la semana y descargadas en la cancha de fútbol". No es eso. ¿Por qué no las van a descargar en el hipódromo o en el velódromo? Porque esas no son cuestiones vitales. ¿Y quién le contó a la gente que el fútbol es una cuestión tremenda, sagrada y religiosa? El mismo que hace las campañas para que la gente no sea violenta. Entonces, basta muchachos.
Tengo muchos amigos dentro del fútbol. Se van a enojar conmigo (o no, porque no escuchan este programa, ya que seguramente hay partido de fútbol ahora). A muchos de ellos los quiero mucho. Pero esto es tan elemental, que me llama la atención que no se le haya ocurrido a nadie ¡Cómo no va a haber violencia en el fútbol!

(Nota para no-futboleros: en la charla se nombran 4 equipos del fútbol argentino: Boca, River, Unión y Platense).

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